Sucedió en Barranquilla. En el mismo hospital dos mujeres dieron a luz dos niñas el mismo día y parece que a la misma hora. Cuatro años después el esposo de una de estas mujeres, no se siente a gusto con su hija, percibe que algo no encaja, no encuentra rasgos comunes ni de su esposa y su familia, ni de él y los suyos con la niña. Decidido a buscar una explicación, le practica a la chiquita una prueba de ADN para cotejarla con la suya y resultan incompatibles: ¡no es su hija! ¿Mi mujer me fue infiel? Me imagino el reclamo, zafarrancho, humillación a la esposa por la “duda” del señor. ¡Pobre mujer! ¿De quien es hija esta niña? Presionado, le hace la prueba a la mamá y resulta que tampoco es compatible con ella. “Salvado” el matrimonio “rompe” el lazo vincular con su hija, cuatro años después y la chiquita queda en el aire.

Buscando respuestas, encontró que en el Hospital donde atendieron a su esposa,  el mismo día del nacimiento, había nacido otra niña. Siguen las investigaciones y comprueban que las niñas fueron cambiadas. Han pasado 4 años y hay que tomar una decisión. ¿Se deben “devolver” las niñas a sus familias biológicas? ¿Los lazos vinculares creados durante 4 años no importan y pueden ser reemplazados por el “llamado” de la sangre?

La Psicología no es un vestido que se quita y se pone. Cuando sientes tu vocación, se convierte en tu ADN. No se es psicólogo por ratos o solo dentro de un consultorio. La mirada psicológica abarca todo el espectro de lo que observas. Vivir es observar. La psicología debe colocarse al servicio comunitario para ayudar a mirar de otra manera. Aquí en este caso de Barranquilla hay que escoger: ¿se “cuida” y piensa en las niñas o se respeta el linaje biológico? El padre que investiga, pareciera que nunca se sintió a gusto con su hija (color de piel, bonita, fea) lo que se traduce en que permanentemente hubo un rechazo. De allí su inquietud por averiguar y “comprobar”. No la “sintió” su hija por lo tanto nunca la aceptó. Si el interés primordial son las niñas, nada debe cambiar. Para cada niña la familia donde han crecido es “su” familia. Esos son sus padres. Ni linaje, ni biología, ni genética, ni “lazos de sangre” significan para estas chiquitas. Pero si prevalece la mirada paterna, las niñas se deben “mover”. Cuidar las niñas significa respetar los lazos de afecto por encima de la consanguinidad. 

Detrás hay una tufillo machista. “No es mía, no la engendré, no es mi sangre”. Interesa mas el linaje que el afecto. “Sangre de mi sangre”. En el mundo moderno, la certeza de la paternidad la “salva” la genética: la mirada científica le dio lugar al padre dentro de su familia. Ya no depende “tan solo” de la palabra de su compañera. La paternidad esta asegurada. Pero para el hombre de Barranquilla, al comprobar que no era su padre, la primera reacción es dudar de su esposa. ¿Lógico? Luego sigue todo el proceso que nace de su duda. Este hombre no se siente cómodo y precipita un desenlace doloroso. Los otros implicados deben pagar por su duda. Si había construido un verdadero lazo afectivo (que no lo da la sangre) no había nada que investigar. Ahora, todos van a sufrir, todos.  ¿Puede mas la biología que el afecto? La decisión final depende de cuál debe ser la prioridad: las niñas o los padres. ¿Valía la pena?

Gloria H. @GloriaHRevolturas

Foto de Hasan Albari en Pexels

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